El Apartado

¿Y la sanidad, el cine, las pensiones, el fútbol? Hasta donde yo sé nadie pide el carnet de afiliado al paciente que asoma angustiado por la puerta de urgencias. Ni al que merienda palomitas en el cine. Ni al que cobra su pensión con una mano mientras la da en parte a sus hijos con la otra. Ni al que celebra un gol con el desconocido vecino de tribuna. Porque todo está regulado, todo está politizado. Estaremos de acuerdo en que los tendidos de las ventas recogen a todo el mundo sin importar su tendencia política. 24.000 espectadores no pueden coincidir en su visión sobre la educación pública, por ejemplo. Sin embargo de lo que sí estoy seguro es que si todos los que pasan por taquilla supieran la opinión de “su” partido político sobre la tauromaquia, es posible que el voto cambiara en futuras elecciones. ¿Qué pensará un votante de Podemos cuando sentado en el tendido le retumben los tímpanos sabiendo que el señor Iglesias quiere prohibir la tauromaquia acusándolo de s

“No dejes a la tauromaquia con el culo al aire” . No parece muy adecuado incluir tan noble, y sufrido, rincón corporal para apoyar la causa, por justa que sea. Si además se acompaña con una imagen en la que aparece una “cacha” al aire como resulta de un pitonazo (sin duda) me parece de mal gusto. Resulta fácil tirar de este tipo de recursos para llamar la atención. Hoy lo fácil vende. No hace falta pensar para entretenerse. Se necesita más valentía que talento. Más minutos de barra de bar que de estudio y creatividad. Hay que tener más gusto y respeto. Lo que no se puede negar es que da que hablar. Pero a los aficionados no gusta y para el resto supone algo que da pie a la mofa, el desprecio o el sonrojo. Mal. Nadie lo entiende. ¿No tiene la tauromaquia otro “gancho” que enseñar medio culo? Sabemos que sí, pero ya que presumimos de cultura y arte, que tenemos a raudales, podríamos tirar de musas, creatividad, imaginación, grandeza, gloria, triunfo, pasión, entrega, lucha