Garrido rompe en Sevilla
Álvaro Lorenzo falló a espadas y, aunque puso ganas, no
llegó al tendido su actuación.
Ginés Marín me gustó mucho, sobre todo con el sexto. Y no lo
digo por la porta gayola, casi en los medios, y silenciada por el público. Lo digo
más bien por el comienzo de muleta con el cartucho de pescado y pases sueltos
de frente. Ahí me gustan los toreros. De frente.

Quizás sea ese el incierto camino a lo
que nos lleva la pastelosa nobleza actual.
Mucha nobleza y ternura en los animales. Tanto que pilló al
respetable bostezando, lo que impidió reconocer como se debía algún gesto
torero de categoría.
Entre tanto tedio, la torería de Garrido. toreando con todo el cuerpo. envolviendo y enroscándose en el toro en cada muletazo. En cada capotazo. En cada quite. Olé.
Garrido está muy vivo. Lo ve todo claro. Y tiene torería. Y garra. Y clase.
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