Gonzalo Caballero. Todo o nada.

Sinceramente, y quizás guiado por una necesidad vital de
encuadrar todo lo que pasa por delante de mis ojos, no sabría cómo definir a
este matador de toros. Quizás un temerario, un valiente inconsciente, o quizás
un entregado al toro en cuerpo y alma que sale a su encuentro cada tarde. Sin
saber, ni siquiera importarle, por qué puerta saldrá de la plaza en la que se
anuncia.
Y es que a este futbolero, y atlético de corazón, de tenue y
casi lánguido discurso, no se le puede negar la verdad con la que se pone entre
los pitones del toro, invadiendo su terreno, y abandonándose a lo que Dios
quiera, poniendo en la balanza el triunfo y la cornada. No hay otra opción.
Muchas imágenes tengo en la mente de cogidas suyas, y tras
zafarse de sus subalternos, volver a la cara del astado, con corbatín en muslo, media ensangrentada y cara desencajada con firme y desafiante mirada, buscando vencer el duelo y
salir triunfante a hombros.
Aún recuerdo sus dos cornadas, extensas y graves, que sufrió
en Las ventas en su primer toro.
Es difícil distinguir las ansias de triunfo de la temeridad,
y es sabido que a nadie le gusta ver a un torero por el aire una y otra vez. Pero
dejando atrás esto, y agradeciendo su entrega tarde tras tarde, he de reconocer su valor, su verdad y firmeza, y sobre
todo la fijación y ganas de triunfo de este joven a quien espero ver triunfar en 2017 donde hay que hacerlo. En Las Ventas de Madrid.
Después de leer esta crónica ......Habrá que seguir a Gonzalo Caballero la próxima temporada.
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