De madera y cuerdas nace La Petatera.

Bajo las órdenes de don Desiderio Contreras se ponen manos a
la obra los hombres del lugar, con la misma ilusión que en una España de no
hace mucho tiempo, se unían las familias a construir los tablados en las plazas
de los pueblos, entre los calores de un verano que no perdona, y olor a serrín.
Con alambres, maderos y cuerdas va tomando forma lo que se
adivina será una plaza de toros, humilde pero llena de ilusión y dignidad,
porque nace de la afición más pura que puede haber. La de un pueblo cuya riqueza
es la de saber construir una plaza sin más ayuda que una maza, alcayatas y
cuatro puntas, ante la mirada vivaracha de chiquillos que corretean entre los
viejos jugando al toro. Imaginando que mañana triunfarán en esas tierras
polvorientas que hoy los ven crecer.

El público descansa sobre el tendido hecho de escuadras y
tablones que esconden, entre su crujir, el legado centenario de quienes viven
La Fiesta como algo propio. Los asistentes a las corridas bailan sin miedo a
que la estructura ceda. Nunca lo hizo, y aunque toda ella tiembla, se dejan
llevar por el jolgorio, el baile y la música, haciendo de cada tarde un canto a
la vida. A la alegría de vivir. A vivir la fiesta.
La Petatera la forman 70 tablados, (a modo de tendidos) que
acogen a 5.000 espectadores, alrededor de un ruedo de 55m de diámetro (La
México tiene 43). Finalmente se cubre toda la estructura con “petates”, de ahí
su nombre, o lonas de cañizo que dan sombra e intimidad al público y el
espectáculo, y en algo menos de un mes está todo listo para dar toros, allá para enero-febrero, tras
celebrar santa Misa en honor a San Felipe de Jesús.
Por cierto, cada tablado, cada madera, tiene su dueño, y se
puede utilizar al año siguiente.
En La Petatera toma expresión máxima la fiesta Charro –
Taurina en un recinto hecho de maderas, puntas y cuerdas. La petatera une a un
pueblo en torno a la Fiesta.
No perdamos el patrimonio de una plaza viva y única. No
perdamos esta joya.
Espectacular y bonita plaza, que nos trae recuerdos de nuestra niñez: De los "tablados de madera" ese olor a madera y serrín, imborrable, junto con los juegos "a los toros", esa emoción, inquietud y nervios por la llegada de "las fiestas" para presenciar los encierros, novilladas, .......¡La Fiesta!
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