Las Ventas tiene Presidente.
Su nombre es Jesús Mº Gómez Martín, rebosa educación,
respeto, cercanía y buenas maneras. Apasionado por el mundo del toro, califica
de una “oportunidad maravillosa” el ser presidente de Las Ventas. Qué difícil
presidir la plaza más importante del mundo.
Como máxima autoridad en la plaza, defiende la transparencia en las
labores que quedan ocultas al ojo del aficionado, y que levantan sospechas,
tales como el reconocimiento veterinario, sorteo, y los añorados análisis post
mortem a los animales sospechosos de haber tenido un comportamiento extraño. Aquí apunto que deberían existir más a menudo, para garantizar la integridad del animal.
También pienso que ¿por qué no suspender una corrida cuando no haya ganado presentado para Madrid?. Crearía un precedente impagable, y nos garantizaría el honor a los aficionados y a nuestra querida Plaza.
Jesús se alza como defensor de hacer públicas las actas del festejo. Parece
mentira pero el aficionado no tiene información oficial del mismo, lo que añade
leña al fuego de la desconfianza. Habla del manido afeitado, pero resalta la
existencia del afilado. Ambas acciones igual de deplorables desde el punto de
vista del atentado que suponen contra la integridad del toro, y por tanto del
espectáculo.
Aborda, a petición del exigente público asistente, temas
relacionados con la interpretación del reglamento, como la concesión de una
vuelta al ruedo a un toro o permitir el 4º par de banderillas, siempre dirigida, dicha interpretación, a preservar la
exigencia, el renombre y la categoría de la Catedral del Toreo.
Jesús defiende la limitación del número de años
presidenciales, y anuncia que se mostrará igual de exigente e implacable en sus
decisiones cuando le toque presidir a
aquellos toreros que por mediáticos se creen poseedores del honor de Las
Ventas. Qué equivocados están.
Siempre haciendo guiños al equipo que colabora con él, ensalza el equipo veterinario.
Jesús defiende que sea un policía el presidente de las
ventas en previsión de que aguantará mejor las presiones externas e internas, y sabrá
actuar en situaciones delicadas en el público asistente.
Estoy de acuerdo. Hay que
mantener la importancia y responsabilidad de estar sentado en la presidencia.
Se despide recordando que no concederá oreja a aquellas
faenas que se rematen con una estocada defectuosa, lo que me trae a la cabeza
el acrobático a la par que asqueroso julipié. Creo que Don Julian lo tiene
difícil en caso de tocarle en suerte el protagonista de esta tertulia en la
presidencia. Jesús, ha sido un honor escucharte, pagamos mucho, seremos
exigentes.
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