Y la libertad volvió a Cataluña.

Seis largos años son los que separan la justicia de la razón y el odio de la libertad.
Seis largos años que han sembrado la maltratada afición catalana de olvido.
Seis largos años donde se ha prohibido a la población disfrutar de su libertad en pleno derecho, y de vivir un arte sin igual.
La justicia si es lenta, no es justicia y además permite que triunfe en la gente el desapego hacia su cultura, sus tradiciones y su legado.
Después del fallo del Tribunal Constitucional, se podrán dar toros en Cataluña, ya que no es competencia de las comunidades autónomas el legislar sobre un espectáculo que forma parte de la cultura española. Común al conjunto de la Nación.
Ahora que tenemos la ley y la razón de nuestra parte sólo falta que el peleado sector taurino se ponga de acuerdo en organizar toros en Cataluña, y más en concreto, en Barcelona, cuya plaza ha estado vagando sin rumbo seis años debatiéndose entre ser pasto de un centro comercial, o lo que es peor, de una mezquita. Muchas son las reticencias que hay en sector hacia la familia, acomodada, propietaria del coso barcelonés, sin embargo, perder esta ocasión supondría perder también la razón y dar alas a todas aquellas gentes que llevados y financiados por organizaciones internacionales, pretenden a toda costa limpiar Cataluña de cualquier seña que apunte hacia España, olvidando que la tauromaquia es tan catalana como española y universal.
Ojala se den toros en Cataluña, sería una muestra de fuerza contra nuestros enemigos. Tenemos la ley de nuestra parte. No lo dejemos pasar.

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