Simón Casas. La ilusión vuelve a Madrid.

Simón Casas es un hombre carismático, de los que no deja indiferente. Tiene un discurso ágil, que roza lo hipnótico, lleno de pasión y buenas intenciones, lo que le convierte en dominador de la escena. Como anoche en Casa Patas, donde a media hora del comienzo, ya estaban todas las localidades ocupadas.
Su llegada al coso de Las Ventas ha despertado en el aficionado todo tipo de reacciones. Desde la ilusión por un cambio que muchos consideramos necesario, hasta el recelo y desconfianza de los que temen, por ejemplo, una rebaja en el trapío del toro de Madrid, a favor de los caprichos de los toreros mediáticos.

Nada más comenzar la tertulia, viste la chapa emblema de la Asociación del Toro de Madrid  que reivindica la integridad del toro y de la fiesta. Toda una declaración de intenciones, sobre todo la de meterse en el bolsillo al sector más puro y crítico del coso venteño.

Simón es muy listo, y conoce perfectamente por donde le atacará la concurrencia, por lo que enseguida proclama un “No os preocupéis, tendréis el toro de Madrid”, y define sus características fundamentales: “trapío, presencia en la plaza y que de emoción, porque sin emoción no hay tauromaquia”. Y en pleno ascenso del tono dice que “la tauromaquia enseña que la entrega, la bravura y la nobleza la convierten en un arte mayúsculo, en un arte de la vida y de la muerte”. A mí me gusta que alguien defienda con pasión sus convicciones. Estoy empezando a hartarme de tanto buenismo tibio, que conduce a la indiferencia y el hastío. Los toros son pasión (esto es mío) y grandeza. Uno no puede salir de la plaza aburrido. ¡Nunca!. Mejor salir enfadado.


El público asistente toma la palabra y le pide que “evite el ridículo espantoso del baile de corrales”. El protagonista se muestra conciliador y regala el oído a los asistentes más críticos, que defienden con la misma pasión que él, sus argumentos. No tiene Simón un toro fácil enfrente.
Prosigue negando haber defendido echar a los “aficionados integristas” de Las Ventas, y defiende, en contra de lo que ha argumentado en numerosas  ocasiones, ser empresario y apoderado. El público aprieta y Simón encuentra salida intentado acercarse fraternalmente al bravo respetable,  mostrándose defensor de la “espontaneidad pasional” del tendido 7


En otro guiño a la audiencia, en ocasiones muy desconfiada ante el discurso, propone una comisión formada de 5 personas de la Asociación para debatir sobre cómo poner en valor el torismo, definiéndose a continuación en un “productor ¡torista!”, y definiendo a Las Ventas como “la capital mundial del torismo”. Aquí un paréntesis. Las caras incrédulas de los asistentes llamaron la atención de Don Simón, quien presume de levantar Zaragoza y Alicante, tirando lógicamente de toreros mediáticos. Simón Casas necesita llenar Las Ventas y eso se consigue trayendo a mediáticos en San Isidro (seamos realistas, el gran público va a la plaza a ver a los toreros). 

La racionalidad la puso Curro Vázquez que reivindicó el protagonismo de las novilladas. En este Sentido Simón Casas comienza la ronda de exclusivas: Domingo de Ramos los Victorinos (repetirá en San Isidro), dos novilladas, una de la quinta y otra de Fuente Ymbro, 2 miuradas y rescatar la Beneficencia para los triunfadores de la temporada (actual o anterior).

Se abordan otros temas, a mi juicio menores, como dónde son los toros más caros, y confiesa que intentará recuperar y reflotar el Batán. Ojalá Simón. Ojalá.
Simón retoma el papel trasgresor y defiende el trabajo con universidades en la promoción de la tauromaquia, sin embargo creo que patinó profundamente cuando no defendió la presencia de los niños en los tendidos (…). Algo que debería ser normal y que todo aficionado defendería, el productor francés no le ve sentido. Una pasada de frenada. Simón, entre adoctrinar e inculcar hay un abismo.

Simón se despide prometiendo volver al final de temporada para hacer balance. Si la de ayer no fue una velada fácil, no me quiero imaginar cómo será la de dentro de un año si es que defrauda y traiciona a la afición.


En resumen, a mí el discurso de Simón Casas me ilusiona. Trae un cambio necesario y en principio hay que darle un margen de confianza. Sus hechos destaparán el lado más político de su discurso. 

Confío en ti. Seré exigente. Esto es Madrid. No me falles Simón.

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